Las flores son estructuras propias de las angiospermas. Exhiben una sorprendente diversidad de formas y tamaños, colores, fragancias y ofrecen distintos tipos de recompensas, incluso entre especies evolutivamente muy similares. A menudo, estas características están relacionadas con la forma en que son polinizadas, es decir, las plantas han desarrollado adaptaciones fascinantes para atraer insectos y asegurar su fidelidad. En otras palabras, las flores se han adaptado a los polinizadores más eficientes para transportar el polen de una flor a otra.
Desde un punto de vista funcional, las flores son estructuras altamente organizadas en las que las diferentes partes (sépalos, pétalos, estambres y pistilo) cooperan para asegurar la atracción de los polinizadores, la producción de recompensas, la transferencia del polen, la fecundación y la producción de semillas.
Los olores
Los insectos se sienten atraídos por los olores de las flores, pero no todos los insectos se sienten atraídos por los mismos olores. Las mariposas prefieren olores frescos y muy delicados, mientras que a las moscas les atraen olores que los humanos considerarían desagradables. La hora del día también juega un papel importante en la atracción de polinizadores: las flores polinizadas por polillas emiten un fuerte olor durante la noche. Algunas especies de orquídeas pertenecientes al género Ophrys emiten un olor similar a la feromona que produce la hembra de una especie de polinizador. El macho se posa en la flor de la orquídea con la intención de aparearse y, al hacerlo, la orquídea es polinizada. Las especies del género Ophrys atraen diferentes especies de polinizadores, mostrando un alto grado de especialización.
Los colores
Los colores de las flores muestran una gran diversidad, cubriendo todo el espectro cromático y a veces presentan patrones o diseños indicadores de la posición del néctar (guías de néctar), que no son visibles al ojo humanos con luz natural, pero sí para los insectos con ultravioleta. Los patrones o diseños de coloración guían a los polinizadores hasta la «plataforma de aterrizaje» de la flor y, posteriormente, a su interior o son una señal visual convincente que sugiere «aquí hay mucha comida».
La forma
Al igual que el color, la forma de la flor juega un papel crucial en la interacción de los estambres y el pistilo con los insectos y, por lo tanto, en su capacidad para ser polinizada. La variedad y complejidad morfológica de las flores tiene dos objetivos: seleccionar polinizadores potenciales (más o menos eficientes) y permitir que el insecto aprenda a interaccionar con la flor y encuentre más rápidamente lo que busca. De hecho, los polinizadores de diferentes especies presentan distintas preferencias y capacidades para reconocer e interaccionar con las flores y contribuir a la polinización.
Por lo general, la forma de la flor indica el nivel de especialización de una especie vegetal en relación con los insectos que la polinizan. Flores como las del botón de oro, de corola abierta, con forma de «disco» y glándulas nectaríferas (nectarios) de fácil acceso, son frecuentadas por numerosos grupos de polinizadores, mientras que flores con corola de forma cilíndrica «cerrada» (por ejemplo, tubular como las de las campanillas), en la que el néctar es difícil de alcanzar, solo puede ser polinizada por insectos altamente especializados, como las abejas.
De hecho, la forma, el tamaño y el peso de los polinizadores varía, al igual que la longitud de sus piezas bucales, en función del grado de adaptación a la morfología de la flor. Por ejemplo, mientras que la abeja melífera tiene piezas bucales más bien cortas, algunos abejorros las tienen muy largas, lo que significa que pueden visitar flores tubulares.
Finalmente, hay una curiosa evolución de la corola para atraer a los insectos polinizadores de manera engañosa. Este es el caso de la orquídea flor de abeja (Ophyrys apifera) que presenta el labio aterciopelado mimetizado con la morfología de hembra del polinizador. Los machos vuelan para intentar aparearse con esta “hembra engañosa” y acaban polinizando la flor.
La recompensa
Otro aspecto importante para comprender la interacción entre plantas y polinizadores se refiere a la producción de néctar. El néctar es una secreción dulce producida por los nectarios y compuesta principalmente por agua y los azúcares, fructosa, glucosa y sacarosa. Dependiendo de la especie y de las condiciones ambientales, el contenido de azúcar en el néctar puede variar del 3 al 80%. Los nectarios suelen encontrarse en la base de los estambres para que los polinizadores contacten con el polen a transportar. La mayoría de las flores secretan cantidades pequeñas de néctar, lo que induce a los polinizadores a visitar varias flores para conseguir suficiente alimento, favoreciendo, así, la polinización cruzada. Además, las flores pueden tener diferentes tasas de producción de néctar, es decir, una vez que un insecto recolecta el néctar, la flor puede reponerlo para ofrecérselo al próximo. Esto ayuda a garantizar que una planta pueda ser visitada más de una vez, lo que aumenta sus posibilidades de polinización.
Algunos insectos, generalmente conocidos como “ladrones de néctar”, eluden los órganos sexuales penetrando en las flores por otras entradas distintas a la abertura principal. De esta forma, los ladrones de néctar «roban» la recompensa del néctar sin contribuir a la polinización.
SÍNDROMES FLORALES
La combinación de rasgos florales permite clasificar diferentes formas o «síndromes» florales. Su diagnóstico está basado en conjuntos de caracteres recurrentes, como la forma de la flor, el grado de accesibilidad al néctar, el color, etc.
De acuerdo con este concepto, las especies de plantas habrían desarrollado caracteres florales convergentes en respuesta a la presión evolutiva ejercida por un mismo grupo funcional de polinizadores, entendiendo por grupo funcional el conjunto de especies polinizadoras que seleccionan flores con la misma combinación de rasgos florales; por el contrario, los que seleccionan otras combinaciones de rasgos florales pertenecerían a otros grupos funcionales. Aunque este concepto aún es objeto de discusión, puede ser útil para definir el grado de especialización (versus generalización) de una especie vegetal hacia sus polinizadores. De hecho, algunas especies son visitadas por un único grupo de polinizadores (por ejemplo, los abejorros), mostrando un alto grado de especialización. Por el contrario, otras especies, definidas como generalistas, pueden ser polinizadas por grupos muy diferentes de insectos (por ejemplo, moscas y escarabajos). El nivel de generalización a menudo se ha relacionado con el grado de apertura de una flor. Por ejemplo, las flores con corolas abiertas, discoidales y caracterizadas por estambres y nectarios expuestos, son de fácil acceso para numerosos grupos de polinizadores, mientras que las flores de la corola bilabiadas, con estambres y nectarios de difícil acceso, sólo pueden ser polinizadas por un grupo muy limitado de insectos (sobre todo abejas), capaces de alcanzar los recursos florales, como el polen y el néctar, gracias al desarrollo de adaptaciones morfofuncionales y de comportamiento acordes con la morfología de la flor.
Flores discoidales
Las flores discoidales son las más sencillas y se definen por la posición característica de los pétalos cuando la corola está completamente abierta. Los pétalos generalmente se superponen entre sí y solo tienden a separarse cuando la flor está completamente madura.
Este tipo de flor se encuentra principalmente en la familia Ranunculaceae (por ejemplo, botón de oro, flor del viento y eléboros) y Rosaceae (por ejemplo, rosa, espino, manzano y melocotonero). Los estambres, que son muy numerosos, están situados en el centro de la corola, de esta manera el polen, también muy abundante, es fácilmente accesible por los insectos. Incluso los nectarios pueden estar muy expuestos, siendo innecesaria la especialización de los polinizadores que visitan la flor. No obstante, algunas especies con este tipo de flor no producen néctar, atrayendo insectos por el polen como único recurso disponible (por ejemplo, amapolas o jaras).
Flores tubulares con simetría radial
En este tipo de flor el cáliz y la corola adoptan una forma alargada, con una simetría actinomorfa. El número de pétalos y estambres es menor que en las discoidales. Los nectarios se colocan en la base de la corola tubular, lo que permite que el néctar esté disponible solo para aquellos insectos con una lengua lo suficientemente desarrollada para poder alcanzar la base de la flor. En este tipo de flor, la correlación entre la longitud de la corola y de la lengua de los polinizadores es el factor determinante en la selección de la especie polinizadora. Las flores típicas de corola tubular son las de las prímulas y el lirio de los valles.
Flores campaniformes
Esta morfología floral es intermedia entre la discoidal y la tubular, entre las que existen especies con un gradiente continuo de corolas cada vez más cerradas. A diferencia de la categoría anterior, en este caso las flores presentan la corola con mayor apertura, por tanto, la polinización no se produce sólo por la penetración de la lengua, sino también por la entrada en la flor de todo el cuerpo del polinizador. Así pues, la correspondencia entre la apertura de la corola y el tamaño del insecto es el factor crucial en la coevolución con un posible polinizador preferencial.
Esta morfología floral incluye especies con pétalos fusionados en la base y libres en ápice. Ejemplos clásicos de esta categoría floral son las campanillas o la correhuela.
Flores tubulares con simetría bilateral.
Esta categoría incluye tipos florales con simetría bilateral: las llamadas flores zigomorfas. También en este caso el néctar está colocado en la base de la corola tubular, por lo que, la capacidad para acceder a los nectarios depende de la longitud de la lengua del insecto visitante. Sin embargo, a diferencia de las flores tubulares con simetría radial, este tipo de flor es más compleja y la polinización solo puede realizarse por insectos, principalmente abejas, capaces de percibir claramente la conformación de la flor y manipular la corola con el objetivo de alcanzar el polen y el néctar.
Los ejemplos más típicos de este grupo funcional de flores son las orquídeas, el romero y las glicinias, pero en este grupo encontramos flores de muy distintos tamaños y distintos grados de accesibilidad para los insectos polinizadores, que son sobre todo las abejas.
Inflorescencias densas con estambres expuestos (en cepillo)
Se trata de inflorescencias muy densas que pueden parecer una sola flor. Estas inflorescencias están constituidas por decenas o cientos de pequeñas flores que se agrupan para formar una única estructura más o menos esférica, de la que sobresalen las anteras de cada flor, dando a la inflorescencia la apariencia de espiga o cepillo. El principal recurso para los polinizadores es el abundante polen, colocado directamente en la superficie de la inflorescencia, que puede ser fácilmente alcanzado por cualquier polinizador. Por esta razón, este tipo de flores se incluyen entre las más generalistas. Especies que se caracterizan por tener estas inflorescencias son, por ejemplo, la ruda de los prados (Thalictrum sp.) y los sauces.
Inflorescencias en capítulo
Las inflorescencias en capítulo se componen de numerosas flores pequeñas dispuestas muy próximas unas a otras para formar una estructura tridimensional, plana o hemisférica, como en la margarita o la manzanilla. Las inflorescencias en capítulo pueden ser de muchas clases, pero, en la mayoría de los casos, presentan dos tipos de flores: unas con simetría bilateral y función principalmente atractiva, dispuestas radialmente a lo largo del margen de la inflorescencia, y otras con simetría radial ubicadas en la parte central. Los pétalos de cada flor normalmente se sueldan para formar un tubo corto, dentro del cual se concentra el néctar. Es precisamente esta estructura tubular la que realiza una verdadera selección de los insectos polinizadores en función de la longitud de la lengua. Sin embargo, en algunos casos (por ejemplo, Centaurea cyanus, vulgarmente llamada, azulejo o aciano), la producción de néctar es tan alta que el tubo de la corola de cada flor se llena casi por completo, siendo fácilmente accesible tanto para los polinizadores con lengua larga como para aquellos con lengua corta.